Se trata de una muestra en la que existe un equilibrio entre el número de fotografías dedicadas al retrato y a los paisajes, y llama la atención que sus retratos no cuenten con elementos superfluos que puedan despisten al espectador y que en sus paisajes no haya seres humanos como tales, sino indicios de que el hombre pasó por allí.
Es una muestra mágica donde se pone de manifiesto una forma muy personal de entender el mundo.
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